«Salir a la caza de la distracción es caer en sus redes; basta volver a concentrarse en la oración: la distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta humilde toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecerse al Señor para ser purificado. El combate se decide cuando se elige a quién se desea servir». (CIC n.2729).
Magníficos consejos del P. John Bartunek en La Oración
Catecismo de la Iglesia Católica: La vida de oración
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