Recuerdo que yo era muy pequeña, tan pequeña que no veía lo que había encima de las camas.
Un día crecí un poco y mis ojos se asomaron por encima de la cama de mis padres, y entonces… la vi.
Aquel rostro tan dulce me sonreía, ¡Era tan hermosa! Le pregunté a mi madre: ¿ Quién es? Ella me contestó: Es tu Mamá del Cielo. Quedé sorprendida y me preguntaba ¿cómo es posible? Pregunté de nuevo: ¿Es una Mamá como tú? Ella me respondió que sí. Mi curiosidad iba en aumento ante esta nueva familia que no conocía.
-Si es mi Mamá ¿por qué no vive con nosotros?
-Porque Ella vive en el Cielo.
-En el Cielo….¿y no va a venir a vernos nunca?
– Ella nos ve desde alli, escucha lo que le dices y te ayuda
-Pero nosotros a ella no ¿verdad? ¿no la podemos ver?
-Si que la veremos, cuando nos muramos.
-¡Ufff, menos mal!
Cuando pasó más tiempo supe que era una copia de La Inmaculada de Murillo. Y ahora me preguntó donde está el Milagro:
En que en mi memoria quedó grabada esta conversación y toda la escena para siempre. Incluso recuerdo que yo llevaba un abrigo rojo y mi madre un vestido oscuro.
O en que el 8 de diciembre de 2004 (150 aniversario de la proclamación del Dogma de La Inmaculada Comcepción ) mi Mamá del Cielo se llevó a mi mamá de la tierra y ahora tengo dos mamás en el Cielo.
Las cosas de Dios son sorprendentes. Este diálogo, que jamás se me olvidó, me marcó para siempre.