Ya no es que nos cuide un Ángel, es que nos cuida Dios en persona y si le permitimos que nos cuide, entonces nada tememos. Nos movemos en Él, ser conscientes de esto y de su presencia continúa y atenta lo cambia todo. No estás sólo jamás. Permítele entrar en tu vida, dile sí y abandónate a su abrazo de amor.