Dejáme ser el pañuelo que seque tus lágrimas.
Déjame ser consuelo en tu dolor.
Déjame acercarme al pie de la Cruz contigo
Para allí ser lavada con la Sangre del Cordero
Amén.
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¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?