En aquel tiempo, Jesús lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo.
Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
Siempre me asombra el Evangelio. Hoy me deja quieta y contemplando lo que relata. Y descubro que:
-El diablo no tiene sabiduría, la rechazó al rechazar a Dios por eso tienta a Jesús.
-Pero si tiene inteligencia y mucha. Y no para nunca, si Dios se lo permite.
Las tentaciones son muchas y distintas, aunque algunas se repiten saltando tiempo y espacio. Van a atacarnos en nuestras heridas o en nuestros pecados capitales. La vigilancia y la oración son las defensas. He visto tentaciones que pasaban desapercibidas como tales, se disfrazaban de amor propio, mala suerte, e incluso dolor.
Hoy existe una tentación muy fuerte y de nuestro tiempo: pensar que el diablo no existe. El ateísmo y el agnosticismo apartan de Dios, la puerta está abierta para la siguiente tentación, cogiendo a la persona desarmada y ciega.
Hoy el Maestro nos enseña como hacer frente a Satanás cuando se nos acerque, y ¡no tengáis miedo!
que linda refleccion gracias por tomarme en cuenta que dios los bendiga. saludos
Para mí, el amor propio, el orgullo…y su máxima expresión, la soberbia, son la puerta por la que se cuelan todos los demás pecados.Un saludo Francisco
me turbo en las tentaciones pues sinkerer queriondo caigo