Estos días, en la prensa, aparecen las noticias de los pecados cometidos por sacerdotes con grandes titulares. Confieso que el alma se me encogió al leerlas, y no porque pudiera pensar que no existe el pecado en todos los seres humanos (sólo dos no pecaron), sino porque sé que llevan el sello del escándalo y la identificación con La Iglesia que fundó Jesús para salvarnos.
Cuando vives dentro de ella, sabes que existe Satanás y sus tentaciones, sabes de la lucha y caídas pero también sabes que ser santo consiste en levantarse con la fuerza de la oración.
Que Jesús nos llame no es el seguro para la santidad ya que esta depende de nuestra libertad al responderle. Él llamó a Judas, y este sucumbió. Llamó a Pedro, y este le negó, aunque después nos dejó un ejemplo maravilloso de como levantarse del pecado y ser santo.
Todas estas noticias corresponden al horror del pecado del que la Iglesia lleva avisándonos durante siglos. Pecado que existe dentro y fuera de ella, y que hoy en día se tiende a negar su existencia y nuestra responsabilidad personal en él. Estos pecados están en la parte externa de la Iglesia, que siempre se consideró pecadora en peregrinación hacia la casa del padre.
El Corazón de la Iglesia es algo tan Maravilloso que el que lo toca y lo vive no lo abandona nunca. En el Corazón de la Iglesia habita la Santidad y el pecado no se atreve a llamar a sus puertas.
Acusaciones contra la Iglesia y el Santo Padre (siguen las leyendas negras)Mientras el Santo Padre se reunía en Roma con los obispos irlandeses y preparaba los documentos pertinentes para resolver el problema, el poder mediático no cesaba de colocar en primera plana los escándalos sexuales cometidos por miembros del clero en Irlanda y en otros países europeos, señalando que las denuncias iban en aumento y acusando a la Iglesia de encubridora. En algunos países se volvió a poner sobre el tapete el tema del celibato sacerdotal como si se encontrara allí la causa de estas conductas impropias.Un poco de historiaHabría que volver a insistir, como lo ha hecho el Santo Padre en reiteradas ocasiones, que el escenario donde ocurren esos atropellos es mucho más grande que el señalado por los acusadores mediáticos. Después de 1960, cuando se inicia la puesta en marcha de las conclusiones del Concilio Vaticano II, comienza un período de crisis que afectó a muchos sacerdotes y religiosos (cierre de conventos y seminarios, abandono del estado clerical, desacralización).En Europa empezó a tener auge la “Teología de la muerte de Dios” y en América “La Teología de la liberación” Estas corrientes progresistas lanzaron “nuevos herejes” que repetían errores antiguos contra la doctrina de la Iglesia y causaron muchas infidelidades en algunos miembros de la Iglesia. A todo esto se une, lo que San Josemaría Escrivá llamaba “una ola viscosa de suciedad y pornografía” con ataques sistemáticos a la moral cristiana a favor de un libertinaje sexual que hasta ahora continúa.Los matrimonios rotos y los abusos sexuales se multiplicaron en el mundo (también con situaciones dramáticas de alcoholismo y droga). Dentro de este escenario mundial ocurrieron los abusos sexuales de algunos miembros del clero. Los sacerdotes y religiosos no son inmunes a los males de la época.Rezar por los sacerdotesEstos acontecimientos dolorosos que han salido a la luz en el año del sacerdocio, son también una llamada a todos los cristianos para que pidan perdón junto al Papa por los que cometieron estos males y pidan también perdón por no haber rezado lo suficiente por los sacerdotes.Los sacerdotes necesitan de la oración de todos los fieles. Es la ocasión para que todos los cristianos aumenten la intensidad de su oración por los sacerdotes. El poder del mal se ensaña con los ministros de Dios (en la vida de muchos sacerdotes santos se ve la presencia destructora del demonio, que no los deja en paz). Es necesario que el pueblo fiel entienda que debe rezar, en primer lugar, por la santidad de los sacerdotes. Esas oraciones son, en palabras de San Josemaría Escrivá, como billetes de ida y vuelta. El que reza por los sacerdotes sale ganando, porque la oración regresa y beneficia a él, a su familia y a todo el pueblo cristiano.A la oración se debe unir la responsabilidad que todos los fieles tienen de cuidar a sus sacerdotes para que sean santos cumpliendo con los compromisos que han adquirido delante de Dios y de la Iglesia. La semana Santa es la oportunidad de la conversión y la renovación. La Iglesia tiene los recursos (que son de Dios) para que todos los hombres se puedan convertir (con el perdón y la gracia). Las heridas se pueden curar para recuperar pronto la salud espiritual y moral, que es necesaria para el desarrollo y progreso de todos los hombres. Especialmente la salud de los sacerdotes y religiosos en la Iglesia universal. Dios te bendiga !!Betsi.