
Hoy es un día grande porque he recibido a Jesús en mi. Me pregunto como pueden vivir sin Él los que no comulgan. Ir a la Iglesia, escuchar la Palabra de Dios, adorar a Jesús cuando el sacerdote alza su Cuerpo y su Sangre, arder en deseos de comulgar y, cuando llega el momento, ser como uno sólo Él y yo; entonces vivo una experiencia imposible de describir con las palabras humanas, ya que no hay nada comparable en todo el universo: «Sentirse habitada por Dios, percibir a Cristo encontrándose con el Padre en mi alma que se llena del gozo del Espíritu, sentir su Presencia en mi vida dándome paz y tranquilidad sin fin.
Él me da el alimento para que no muera, ya nada me puede faltar porque el autor de todo está en mi.
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Preciosísima entrada querida amiga.
Un abrazo
Días de primeras comuniones. Qué gozo ver a los niños. Pero la mayor alegría es cuando al domingo siguiente veo que vienen a comulgar con sus padres.
El siempre permanece a nuestro lado. Nunca nos abandona.
Saludos
Ana
La máxima unión posible entre Dios y el hombre se da en el momento de la comunión. Dios y el hombre, el Creador y la pobre criatura, se hacen una sola cosa. El hombre queda absorbido por su Dios en un abrazo de amor. Esto se da de modo más pleno y permanente, cuando se llega al matrimonio espiritual. Entonces, el abrazo del Dios uno y trino, con el pobre ser humano es permanente, siendo signo de la unión total y definitiva que tendremos con Él en el cielo por toda la eternidad.
Esta unión con Dios la vivo intensamente, mi pobre corazón late con emoción.
Dios te bendiga !!
Betsi.