Ser templo de Dios es la vocación de todos los seres humanos, los cuales han sido llamados a la vida para albergar a Dios en su interior con el fin de establecer una relación de amor eterno. Seamos conscientes de esta grandeza y nuestra vida cambiará: Cuando nos encontremos con otras personas veremos el templo habitado por Dios, entonces cualquier atisbo de envidia, soberbia e ira desaparecerán al ser conscientes de que, no sólo tratamos con ellos, sino que también tratamos con el mismo Dios. Cuando sintamos la soledad, nos daremos cuenta de que es una tentación del enemigo, ya que jamás el Señor, nuestro Padre, nos abandona.
Aprendamos a respetar la vida como aliento divino, veamos siempre su grandeza y aproximémonos a ella con admiración y amor. No temamos más, amémonos unos a otros ya que somos templos del mismo Espíritu, procuremos tenerlo limpio y luminoso para que Dios esté complacido en él.
Cada vez que una vida humana es concebida, Dios sopla sobre ella el espíritu y la convierte en su templo. Desde ese momento cualquier ataque a su persona es un ataque al templo de Dios y un obstáculo a sus planes. Cuando una vida humana es llamada por Dios porque su tiempo en la tierra terminó, abandona su cuerpo que debe ser honrado por haber sido templo del mismo Dios.
«Señor, ayúdame a barrer este templo tuyo de toda maldad y dame las virtudes que dan gloria a tu presencia en él».
“Señor, ayúdame a barrer este templo tuyo de toda maldad y dame las virtudes que dan gloria a tu presencia en él”.
Un abrazo, amiga
http://www.isladesentimientos.es/
Con objetivo de difundir nuestros nuestras creencias hemos publicado este artículo en http://www.tucomunidadcristiana.com
Muy linda reflexión, así es, somos el templo de Dios y debemos tenerlo listo, limpio y en orden para que pueda habitar en él. Un abrazo!