Comentario del Evangelio de hoy, según San Marcos 4,26-34 por San Pedro Crisólogo (v. 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia.
Sermón 98, 1-2; CCL 24A, 602
«Más cuando se la siembra, crece y sobrepasa a las demás hortalizas»
Hermanos, habéis aprendido cómo el Reino de los cielos, con toda su grandeza, se compara a un grano de mostaza… ¿Es esto lo que los creyentes esperan? ¿Lo que los fieles entienden ?… «¿Es lo que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre puede entender ?… ¿Es lo que promete el apóstol Pablo y que ha estado reservado en el misterio inexplicable de salvación, para aquellos que le aman?» (1Co 2,9). No nos dejemos desconcertar por las palabras del Señor. Si, en efecto, «la debilidad de Dios es más fuerte que el hombre, y si la locura de Dios es más sabia que el hombre» (1Co 1,25), esta pequeña cosa, que es propiedad de Dios, es más espléndida que toda la inmensidad del mundo. Nosotros solamente podemos sembrar en nuestro corazón esta semilla de mostaza, de modo que llegue a ser un gran árbol del conocimiento (Gn 2,9), sobrepasando su altura para elevar nuestro pensamiento hasta el cielo, y desplegando todas las ramas de la inteligencia…
Cristo es el Reino. A manera de una semilla de mostaza, ha sido sembrado en un jardín, el cuerpo de la Virgen. Creció y llegó a ser el árbol de la cruz que cubre la tierra entera. Después de que hubiera sido triturado por la Pasión, su fruto produjo bastante sabor para dar su buen gusto y su aroma a todos los seres vivos que lo tocan. Porque, mientras la semilla de mostaza permanezca intacta, sus virtudes quedan escondidas, pero despliegan toda su potencia cuando la semilla es molida. De igual modo, Cristo quiso que su cuerpo fuera molido para que su fuerza no quede escondida… Cristo es rey, porque es el principio de toda autoridad. Cristo es el Reino, porque en él reside toda la gloria de su reino.
Pasado el ciclo pascual, la liturgia nos devuelve al ritmo del tiempo ordinario. En este tiempo, el evangelio va dictando el ritmo y el tema de la primera lectura. Pues bien, en este año, se nos propone la lectura y meditación del evangelio según San Marcos. Un texto realista y aparentemente sencillo, que presenta a Jesús como Hijo de Dios.
En la primera lectura, el texto del profeta Ezequiel (Ez 17,22-24) presenta las esperanzas de Israel bajo la imagen de un alto cedro. De su cumbre tomará el Señor una ramita y la plantará en la montaña más alta de Israel y crecerá hasta dar abrigo a todas las aves que cruzan los cielos.
La parábola es un canto de esperanza. Habla de Dios y de su misericordia. Anuncia el futuro de Israel, convertido en meta de peregrinación para todos los pueblos. Y, de paso, nos ofrece una enseñanza moral: El Señor humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, seca los árboles lozanos, y hace florecer los árboles secos”.
LA SEMILLA Y LA MOSTAZA
Por su parte, el texto del evangelio que hoy se proclama (Mc 4, 26-34) nos ofrece dos pequeñas parábolas: la de la semilla que crece sola y la del grano de mostaza. Ambas nos trasladan al campo. Pero pronto nos revelan las claves secretas de nuestra vida. Pronto abren ante nuestros ojos el camino de la esperanza y sus dos tentaciones fundamentales.
• La parábola de la semilla que crece sola es propia y exclusiva del evangelio según Marcos. Un hombre arroja en tierra la semilla y se va. Hace su vida ordinaria, durante el día y la noche, pero “la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo”. Buena lección para los presuntuosos que se atribuyen a sí mismos el fruto de la esperanza.
• La parábola del grano de mostaza nos presenta una semilla insignificante y nos anticipa la grandeza del árbol que un día acogerá a las aves del cielo. Nos ayuda a repensar la diferencia entre la simplicidad de los principios y el esplendor final de toda obra buena. Buena lección para los desesperanzados que no pueden confiar fácilmente en el éxito futuro.
LA PALABRA Y LAS PARÁBOLAS
Después de recoger las dos parábolas de Jesús, el evangelista hace un breve resumen de la enseñanza apostólica de Jesús, que reduce a muy pocas palabras: “Con muchas parábolas exponía la palabra, acomodándose a su entender”.
• Con esta frase tan sencilla, el evangelista parece estar trazando un esquema pedagógico, válido para creyentes y no creyentes. Pero seguramente trata de explicar la lentitud con que se está difundiendo en su tiempo el mensaje de Jesús.
• En segundo lugar, el evangelista parece recoger una frase que resume el ideal de la enseñanza de los apóstoles y sus sucesores. La Iglesia entera habrá de acercarse con sencillez y paciencia, acomodándose al entender de las gentes.
• Finalmente, el evangelista deja en su texto una enseñanza específica para los cristianos. Todos han de ver con humildad la expansión del evangelio. Cada uno de ellos ha de sembrar con generosidad el mensaje.
– Señor Jesús, Tú sabes que no nos resulta fácil la comunicación de tu evangelio. Pon en nuestros labios las palabras más justas y en el corazón el amor humilde y generoso del que Tú nos diste ejemplo. Amén.
José-Román Flecha Andrés
Universidad Pontificia de Salamanca
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Maribel