Morir es penetrar en la profundidad del Corazón de Dios, un Corazón que derrama vida por todas partes. Por lo tanto, cuando hablamos de muerte, nos equivocamos en las palabras que usamos. Acostumbrémonos a cambiar este vocabulario por el real: «nacer a la vida».
Vivir en este mundo es avanzar hacia esa profundidad de Amor en el Corazón eterno del Señor.; pero ¡ay de aquel que queda quieto o va en sentido contrario! seguro que hallará la verdadera muerte.
Decía Santa Teresa que esta vida era como una mala noche en una mala posada…
Un abrazo, amiga
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