Acaban de dar sepultura a Jesús. María envuelve en un lienzo la corona de espinas y se recoge en la casa de unos amigos. Allí, a la luz de Dios, mira este instrumento de dolor. Su mirada se pierde entre las espinas buscando la carne doliente de su Hijo. Su corazón se contrae ante el pecado. Es el primer Viernes Santo por la noche; en la oscuridad en la que el mundo está sumergido María contempla y ora, espera y ama. Su fe en Dios es absoluta, Él que será Rey tenía una corona de espinas. Ella empieza a comprender que su Hijo reina sobre el dolor, el pecado, ¿la muerte? ¡Oh Dios mío! ¡Es verdad! reinará sobre la muerte. Va a volver ¡Aleluya!
María y la corona
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Su fe en Dios es absoluta
Un abrazo, amiga!!