Soy una presencia de paz en el mundo.
La paz mundial comienza con personas apacibles. Emerge de quienes encuentran maneras no violentas de resolver discusiones, de quienes respetan a los demás, honran diferencias y saben que Dios mora en toda persona. La energía de la paz aumenta con cada persona afable —tal como una brisa suave que despierta el amor en todos a quienes toca.
La esencia crística moradora es mi fuente de calma interna y la semilla de paz en el mundo. Me conecto con ella sosegando mi mente y abriendo mi corazón. Al sentir la presencia amorosa del Espíritu, estoy en paz. Imagino que esta energía armoniosa irradia hacia el mundo y lleva mi oración de paz a los corazones de todas las personas.
«Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación».—Romanos 14:19
Debe estar conectado para enviar un comentario.