Guíame luz amable, entre tanta tiniebla espesa.
¡Llévame tú!
Estoy lejos de casa, es noche prieta y densa,
¡Llévame tú!
Guarda mis pasos; no pido ver
confines ni horizontes, sólo un paso más me basta.
Yo antes no era así, jamás pensé en que
Tú me llevaras.
Decidía, acogía, agitado; pero ahora
¡Llévame tú!
Yo amaba el lustre fascinante de la vida y,
aún temiendo, sedujo mi alma el amor propio:
no lleves cuenta del pasado.
Si me has librado ahora con tu amor, es que tu luz
me seguirá guiando
entre páramos y lodazales, riscos y torrentes,
hasta que la noche huya
y con el alba estalle la sonrisa de los ángeles,
la que perdí, la que anhelo desde siempre.
Oración del beato Cardenal Newman «Guíame, luz amable»
16 de junio de 1833