«Junto a la cruz de Jesús estaba su madre».
En esta época, en la que vivimos actualmente, se tiende a huir del sufrimiento de tal forma que se habla de eutanasia con una ligereza asombrosa y esto sucede porque nos apoyamos en nuestra vida sólo en nuestras fuerzas y en la «moderna tecnología» y apartamos a Dios de nuestra sociedad. Basta mirar un periódico, las múltiples cadenas de TV o simplemente caminar por la calle para observar que Dios está tapado por el materialismo. Sin Él vamos de cabeza a los mayores desastres.
Hoy podemos parar, por unos instantes, y alejarnos de nuestros enredos y distracciones diarios y prestar atención a una mujer, nacida en una aldea de Israel, que se enfrentó a un sufrimiento enorme e injusto con una valentía extraordinaria. ¿De donde sacó su fuerza? De su inmensa fe en Dios. Contemplemos por unos momentos a Jesús y a su Madre en el Calvario. Él con su cuerpo roto y en agonía, Ella con su alma atravesada por uno de los dolores más grandes: ver morir a un hijo. Y los dos maestros en la asignatura VIVIR.
Cuando el dolor llegue a nuestras vidas, acordémonos de Ellos, de cómo aceptaron y dieron sentido a este momento único. La esperanza en el Padre los mantiene dignos y libres frente a la muerte. Y esta puerta los lleva a la RESURRECCIÓN.
«Junto a la cruz de Jesús estaba su madre».