Yo ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo: mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, y no quiero servirme de ninguna parte de mi ser más que para amarle, honrarle y glorificarle.
Esta es mi voluntad irrevocable, pertenecerle en absoluto y hacerlo todo por Su Amor, renunciando de corazón a cuanto pueda desagradarle.
Te elijo, ¡oh Sagrado Corazón de Jesús! por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la áncora de mi salvación, el remedio de mi fragilidad e inconstancia, para que seáis el reparador de todos mis defectos y mi seguro asilo a la hora de mi muerte.
Sé, pues, ¡oh bondadosísimo Corazón! mi justificación con Dios vuestro Padre y aparta de mi el rigor de su justa indignación.
¡Oh Corazón amoroso! en Ti únicamente espero y confío; porque todo lo temo de mi debilidad y malicia, más todo lo espero de tu misericordia. Aleja , pues, de mí cuanto se te resista y te desagrade, y haz que tu purísimo amor se imprima tan profundamente en mi corazón, que jamás pueda olvidarte ni separarme de Ti.
Te suplico, por tu misma bondad, escribas mi nombre en Ti mismo, puesto que toda mi dicha y mi gloria quiero cifrarla en vivir y morir como esclava vuestra.
Amén
Primera Consagración al Sagrado Corazón por Santa Margarita María de Alacoque
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