El mundo de Dios es un mundo en el cual cada uno se siente responsable del otro, por el bien del otro… En nuestras reflexiones, ayunos y oraciones, cada uno de nosotros debemos preguntarnos ¿Es éste el mundo que yo deseo? ¿Es éste el mundo que todos llevamos en nuestros corazones? ¿El mundo que deseamos es realmente un mundo de armonía y paz, en nosotros mismos, en nuestras relaciones con los demás, en nuestras familias, nuestras ciudades, en y entre las naciones? ¿No es verdad que la verdadera libertad significa la elección de actitudes que nos llevan al bien de todos y son guiadas por el amor?
Pero entonces nos preguntamos, ¿es éste el mundo en que vivimos? La Creación mantiene su belleza, la que nos llena de asombro, y se nos muestra como algo bueno. Pero también está la violencia, la división, los desacuerdos, la guerra. Éstos aparecen cuando el hombre, la cumbre de la Creación, deja de contemplar la belleza y el bien, y se retira hacia su propio egoísmo.
Papa Francisco
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