En el cielo no hay Viernes Santo, es siempre Domingo de Resurrección.
En medio de la oscuridad que envolvía toda la tierra apareció una luz en un sepulcro de Jerusalén. Desde entonces y siguiendo los consejos de Jesús Resucitado (Mateo 5:15) se encienden a diario muchas luces en toda la tierra para así vencer las tinieblas en espera del gran día de nuestra propia resurrección.
La vida y el Amor van juntos porque la vida sin Amor es muerte.
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