Nadie está solo
aunque a veces lo parezca.
El silencio está habitado.
Llevamos dentro
raudales de ternura.
Estamos unidos
por puentes invisibles
de pasión y esperanza.
Un tú
completa
nuestras ausencias.
Hay ojos que son
el único espejo necesario.
Hay manos que sellan
alianzas con caricias.
Hay palabras sinceras
que traen el eco de la promesa
que Dios nos hizo un día,
el Amor.
(José María R. Olaizola, sj)
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