Los clavos de las manos y de los pies de Jesús se los sacaron sus amigos y a continuación envolvieron la desnudez de su cadáver en un lienzo; lo depositaron en la sepultura de uno de ellos y cerraron la entrada. Pasados tres días todo cambió, Él se levantó con su cuerpo resucitado y glorioso y, desde entonces, tiene los agujeros que le dejaron los clavos, esperando rellenarlos con tu amor.
Los clavos
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Esos agujeros son como los huecos del alma de los empobrecidos, solo se llenan con compasión activa, con cariño, con justicia.
Un abrazo.
Pablo.
Maribel, hago mías las palabras que te dice el amigo que puso su comentario el primero de esta entrada.
Un abrazo
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