De «algo para pensar y orar«. La palabra “Credo” viene de dos pequeñas palabras del latín: “Cor” y “do”, y significan “yo doy mi corazón”. Luego, la Fe involucra una relación: por un lado está un preocupado y generoso Dios que nos regala todo; por el otro lado estoy yo, que no tengo nada salvo el anhelo de mi corazón. Alguien, por una razón que desconozco, me ha dado su corazón. Haré bien en responderle.
Vamos hacia Dios humildes y hambrientos. Nos preocupa que la “generación joven” no le encuentre sentido a las grandes verdades de la Fe. Pero lo que podemos ofrecerles es el testimonio que Dios es la persona más importante en nuestras vidas, que amamos de Dios y que Dios nos ama. Somos sólo “un grito de auxilio”, como alguien lo dijo recientemente. Esto es lo que significa ser una criatura frente a Dios. Somos como niños indefensos que dependen totalmente de la bondad de sus padres. Dios llena los vacíos de nuestras vidas, y lo hace a plenitud en la próxima. Los niños lloran y gritan cuando necesitan algo: los adultos pueden gritar su necesidad de orar: “Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco” (salmo 63:1). Por supuesto que existe un riesgo: ¿hay un Dios que nos escuche? Pero el riesgo vale la pena: se verifica a sí mismo en el crecimiento que fluye de nuestra relación con Dios. Este crecimiento se revela en nuestra vida llena de gracia.
“Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco” (salmo 63:1).