Comentario del Evangelio de hoy según San Lucas 12,49-53, por Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul, santo de la Iglesia ortodoxa. Discursos ascéticos, 1ª serie, n°2.
He venido a traer fuego a la tierra
Hazte violencia (cf Mt 11,12), esfuérzate en imitar la humildad de Cristo, a fin de que se encienda cada vez más el fuego que prendió en ti, este fuego que consume todos los impulsos de este mundo que destruyen al hombre nuevo y que manchan las moradas del Señor santo y poderoso.
Porque yo afirmo con san Pablo que «somos templo de Dios» (2Co 6,16). Purifiquemos pues su templo, «como él mismo es puro» (1Jn 3,3), con el fin de que tenga el deseo de permanecer allí; santifiquemoslo, como él mismo es santo (1P 1,16); adornemoslo de muchas obras buenas y dignas.
Llenemos el templo del descanso de su voluntad, como de un perfume, por la oración pura, la oración del corazón que es imposible adquirir entregándose a los contínuos impulsos de este mundo. Así la nube de su gloria cubrirá tu alma, y la luz de su grandeza brillará en tu corazón (cf 1R 8,10). Todos los que permanezcan en la casa de Dios se llenarán de alegría y se regocijarán. Pero los insolentes y los desleales desaparecerán bajo la llama del Espíritu Santo.
Prende Señor en nosotros
el fuego del amor,
de la pasión por la justicia,
el apasionamiento
por la búsqueda de la verdad.
Claro que este fuego
del amor y la justicia
traerá división
entre el que vive el amor
y el que vive el individualismo,
el que vive la fraternidad
y el que se instala en el egoísmo.
Se que esta división
se produce Señor
incluso en mi familia…
y hasta dentro de mi mismo.
Por eso te pido
que prendas en mí
el fuego de tu amor,
de tu Espíritu
para que arda
toda envidia,
toda injusticia,
todo pecado.
Un abrazo, amiga
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