No escuches las palabras de los que siguen los criterios mundanos, no escuches las palabras de los que no dejan entrar a Dios y su Amor en su vida. Escucha sólo al Señor de la vida.
A quien escuchar
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Todos los días hemos de leer la Palabra en las Escrituras, bien sea en el A. Testamento o en el Nuevo, pero yo creo que hemos de vivir con los hombres y mujeres de nuestro tiempo y no me parece que La Palabra nos aleje de las personas. No entiendo ni me parece acertada esa frase. Tal vez esté incompleta…
Un abrazo
Está incompleta en las circunstancias.
«Mi Reino no es de este mundo». A ese mundo que a veces nos habla y nos saca del camino, a esas palabras me refería. Gracias Blanca por ayudarme a corregirme.
Besitos
Maribel
Ayudame a escucharte Señor.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos».
Dios esta hablando de la importancia de usar la vara, y no solamente el amor y las palabras. Dios mismo AZOTA a todo el que recibe por hijo. Aún siendo hijos de Dios, si es necesario, EL nos azotará para corregirnos y podamos participar de su santidad, sin la cual nadie lo veremos.
Los que escucharon este discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, no pudieron entender como era posible comer su carne y beber su sangre. Incluso los escandalizó: «es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?». La Eucaristía y la cruz son piedras de escándalo. Es el mismo misterio y no cesa de ser ocasión de división. «También vosotros queréis marcharos?» (Jn 6,67). esta pregunta del Señor resuena a través de las edades, como invitación de su amor a descubrir que sólo Él tiene «palabras de vida eterna» (Jn 6,68) y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a El mismo. Los apóstoles para entender la manera de cómo realizar esta comida celestial, tuvieron que esperar hasta la Ultima Cena, más aún, la venida del Espíritu Santo.