Porque Jesús ha venido como homicida de la muerte; se vistió de un cuerpo como el de los descendientes de Abraham, estuvo clavado en la cruz y ha sufrido la muerte. Esta comprendió que iba a bajar hasta ella. Temblando ha cerrado fuertemente sus puertas, pero él rompió estas puertas, entró y comenzó a arrancar a los que la muerte tenía retenidos. Los muertos, viendo la luz en medio de las tinieblas, han sacado la cabeza fuera de su prisión y han visto el resplandor del Rey Mesías… Y la muerte, viendo que las tinieblas comenzaban a disiparse y los justos a resucitar, ha sabido que, al final de los tiempos, él se llevaría a todos sus cautivos de las garras de su poder.
De las Orientaciones de Afraates (¿- c. 345), monje, obispo.
Padre, acoge en tu Reino a las almas de los fieles difuntos; te pido especialmente por las más olvidadas del Purgatorio, amén.
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