
«Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados.»
17 de noviembre de 1231, Isabel, reina de Hungría, entra en el cielo por la puerta de la santidad antes de cumplir 24 años.
Tenía riquezas pero éstas nunca la tuvieron a ella. Tenía poder, pero éste jamás la poseyó. Fue libre para amar y reconocer a Cristo en los pobres. Su misericordia consiguió trastocar las leyes de la naturaleza: Panes que parecen rosas, curaciones imposibles para el mundo, leprosos que se convierten en crucifijos….Su vida, llena de hechos prodigiosos, está llena de Cristo que en su diálogo con Él la lleva a una entrega total de su persona.
ORACIÓN
Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones
de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
¿Es tu santo? ¡Felicidades!
Gracias.