El 1 de diciembre de 1916 Carlos entraba en el Corazón de Dios porque vivió en la tierra amando. Dejo aquí la «Oración del abandono»:
“Padre Mío, en tus manos pongo mi espíritu” Lc. 23,46.
“Es la última oración de nuestro Maestro, de nuestro Muy-Amado… que pueda ser la nuestra… Y que sea no sólo la de nuestro último instante, sino la de todos nuestros instantes.”

Cáliz y patena de Carlos de Foucauld, conservados por la comunidad de las Hermanitas de Jesús en Tre Fontane, Roma.
Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
Debe estar conectado para enviar un comentario.