Entra en un mar de pureza; observa su color azul, su armonía, todo es bueno en él. Sumérgete en ese mar, deja que penetre en ti y que llegue hasta el fondo de tu ser borrando para siempre cualquier rastro de maldad.
Levántate como un ser que nace de nuevo sin mancha y agradece al Padre esta oportunidad en tu vida.
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Una mujer, María de Nazareth vestida de vida y con un manto de pureza, entró en este mundo en silencio para toda ella ser escucha de Dios y, de tal forma, que la Palabra anidó en ella. Y así todos los corazones impuros con odios, envidias, egoísmo… que se acercan a ese manto, experimentan la transformación.
«María, Madre de Jesús y Madre mía, ayúdame a cobijarme bajo tu manto para que me llene de la Gracia de Dios. Amén»
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